ENTRESUELO
Un ropero, un espejo, una silla, ninguna estrella, mi
cuarto, una ventana, la noche como siempre, y yo sin hambre, con un chicle y un sueño, una esperanza. Hay muchos
hombres fuera, en todas partes, y más allá la niebla, la mañana. Hay árboles helados, tierra seca, peces fijos
idénticos al agua, nidos durmiendo bajo tibias palomas. Aquí, no hay mujer. Me falta. Mi corazón desde hace días
quiere hincarse bajo alguna caricia, una palabra. Es áspera la noche. Contra muros, la sombra lenta como los muertos,
se arrastra. Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua. Su piel sobre mis huesos y mis ojos dentro de su mirada.
Nos hemos muerto muchas veces al pie del alba. Recuerdo que recuerdo su nombre, sus labios, su transparente
falda. Tiene los pechos dulces, y de un lugar a otro de su cuerpo hay una gran distancia: de pezón a pezón cien
labios y una hora, de pupila a pupila un corazón, dos lágrimas. Yo la quiero hasta el fondo de todos los abismos,
hasta el último vuelo de la última ala, cuando la carne toda no sea carne, ni el alma sea alma. Es preciso
querer. Yo ya lo sé. La quiero. ¡Es tan dura, tan tibia, tan clara! Esta noche me falta. Sube un violín desde
la calle hasta mi cama. Ayer miré dos niños que ante un escaparate de maniquíes desnudos se peinaban. El silbato
del tren me preocupó tres años, hoy sé que es una máquina. Ningún adiós mejor que el de todos los días a cada
cosa, en cada instante, alta la sangre iluminada.
Desamparada sangre, noche blanda, tabaco del insomnio,
triste cama.
Yo me voy a otra parte. Y me llevo mi mano, que tanto
escribe y habla. |
Jaime
Sabines
Lento, amargo animal que soy, que he sido, amargo
desde el nudo de polvo y agua y viento que en la primera generación del hombre pedía a Dios.
Amargo como esos minerales amargos que en las noches
de exacta soledad maldita y arruinada soledad sin uno mismo trepan a la garganta y, costras de silencio, asfixian,
matan, resucitan.
Amargo como esa voz amarga prenatal, presubstancial,
que dijo nuestra palabra, que anduvo nuestro camino, que murió nuestra muerte, y que en todo momento descubrimos.
Amargo desde dentro desde lo que no soy mi piel como
mi lengua desde el primer viviente, anuncio y profecía.
Lento desde hace siglos, remoto nada hay detrás, lejano,
lejos, desconocido.
Lento, amargo animal que soy, que he sido. |
Jaime
Sabines
YO
NO LO SÉ DE CIERTO
Yo no lo sé de cierto, pero supongo que una mujer y un
hombre algún día se quieren, se van quedando solos poco a poco, algo en su corazón les dice que están solos, solos
sobre la tierra se penetran, se van matando el uno al otro.
Todo se hace en silencio. Como se hace la luz dentro
del ojo. El amor une cuerpos. En silencio se van llenando el uno al otro.
Cualquier día despiertan, sobre brazos; piensan entonces
que lo saben todo. Se ven desnudos y lo saben todo.
(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo) |
Jaime
Sabines
¿Qué putas puedo? ¿Qué putas puedo hacer con mi rodilla, con mi pierna tan larga
y tan flaca, con mis brazos, con mi lengua, con mis flacos ojos? ¿Qué puedo hacer en este remolino de
imbéciles de buena voluntad? ¿Qué puedo con inteligentes podridos y con dulces niñas que no quieren hombre sino
poesía? ¿Qué puedo entre los poetas uniformados por la academia o por el comunismo? ¿Qué, entre vendedores
o políticos o pastores de almas? ¿Qué putas puedo hacer, Tarumba, si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte, ni boticario, ni rebelde? ¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo y no tengo
ganas sino de mirar y mirar?
Amor mío, mi amor... Amor mío, mi amor, amor hallado de pronto en la ostra de la muerte. Quiero comer contigo, estar,
amar contigo, quiero tocarte, verte.
Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo los hilos de mi sangre acostumbrada,
lo dice este dolor y mis zapatos y mi boca y mi almohada.
Te quiero, amor, amor absurdamente, tontamente,
perdido, iluminado, soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado.
Te quiero desde
el poste de la esquina, desde la alfombra de ese cuarto a solas, en las sábanas tibias de tu cuerpo donde se
duerme un agua de amapolas.
Cabellera del aire desvelado, río de noche, platanar oscuro, colmena ciega,
amor desenterrado,
voy a seguir tus pasos hacia arriba, de tus pies a tu muslo y tu costado
|